La disforia corporal no siempre es visible, pero sí se siente intensamente.
Es esa incomodidad profunda al habitar tu cuerpo. Esa sensación de que hay algo en ti que no encaja, que estorba, que duele. Puede afectar a personas trans, no binarias, y también a muchas personas LGTBIQ+ que, sin cuestionar su identidad de género, sienten que su cuerpo no refleja quiénes son o cómo quieren vivir.
Desde la terapia afirmativa LGTBIQ+, entendemos que el cuerpo no es un enemigo, pero tampoco es neutro. Es un territorio atravesado por el juicio, el deseo, la mirada externa y las expectativas sociales. Y muchas veces, por el dolor.
¿Qué es exactamente la disforia corporal?
La disforia corporal es una experiencia de desajuste emocional entre cómo se siente el cuerpo y cómo se percibe, se mira o se habita.
No es solo una cuestión estética. Es existencial. Es relacional. Es profunda.
Algunas formas en que puede aparecer:
- Rechazo al propio reflejo en el espejo.
- Evitación del contacto físico o la intimidad.
- Sentimientos de asco, vergüenza o disociación con partes del cuerpo.
- Dolor emocional ante los cambios corporales (edad, peso, musculatura, genitalidad).
- Sensación de no reconocerse en el cuerpo que se tiene.
No solo pasa en personas trans
Aunque la disforia de género es una realidad central en muchas personas trans y no binarias, la disforia corporal puede vivirse también en hombres gays que han sido educados en entornos homófobos, exigentes o centrados en la apariencia.
Desde la Terapia Gestalt, trabajamos el cuerpo como un lugar de contacto, de expresión y de memoria. Y si lo habitamos desde el rechazo, toda nuestra experiencia de vida se tensa.
El juicio externo que se vuelve interno
Muchas personas LGTBIQ+ han aprendido desde pequeñas que sus cuerpos “no encajaban”:
- Muy afeminado.
- Muy masculino.
- Muy grande.
- Muy flaco.
- Muy visible.
- Muy invisible.
Ese juicio se internaliza y se convierte en una voz crítica que acompaña todo: el sexo, el espejo, la ropa, los encuentros, el deseo.
Y muchas veces, ni siquiera es una voz tuya.
Sanar la relación con el cuerpo no es amar cada parte
Es dejar de odiarla. Es empezar a registrar, a cuidar, a habitar lo que hay sin exigir perfección ni cambio inmediato.
En terapia, podemos:
- Explorar la historia del cuerpo y sus heridas.
- Trabajar con la corporalidad desde la escucha, no desde la corrección.
- Revisar la mirada externa que condiciona tu autoimagen.
- Acompañar procesos de tránsito o de aceptación con presencia y sin juicio.
Puedes pedirme cita
Si sientes que tu cuerpo es un lugar incómodo, lejano o doloroso, puedes pedirme cita. Trabajo desde la Terapia Gestalt y el acompañamiento afirmativo LGTBIQ+, con especial sensibilidad hacia personas trans, no binarias y hombres gays que desean reconciliarse con su experiencia corporal.
No estás solo en esto. Hay caminos posibles de regreso a ti.